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Entrevista a Mauro Casadio, dirigente RdC
PREGUNTA: El 21 de enero de 1921, en Livorno, militantes socialistas en desacuerdo con la línea de los reformistas mayoritarios en el Partido Socialista, abandonaron el Teatro Goldoni donde se celebraba el Congreso del PSI y se dirigieron al Teatro San Marco donde, en el transcurso de una tumultuosa asamblea, proclamaron el nacimiento del Partido Comunista de Italia (sección italiana de la Tercera Internacional).
Estos días la prensa y las redes sociales se vuelven locas con recuerdos y memorias en las que, en su mayoría, el hilo político està representado por quien, 100 años después, define como un desastre la “división de Livorno”. No es casualidad que, en Italia, muchos exponentes del Partido Demócrata estén haciendo lo que podríamos definir como el enésimo funeral a una historia política y material de gran importancia. ¿Cómo interpreta este clima cultural y político y -en su opinión- cómo debemos abordar la compleja cuestión de la necesidad de un balance histórico de la experiencia comunista en nuestro país?
RESPUESTA: No hay nada nuevo bajo el sol,
hace décadas, desde los años 90, que la labor de demolición ideológica de la experiencia del comunismo ha continuado en toda una serie de variantes
Desde los arrepentidos del PCI y de la revolución, algunos diciéndonos que nunca fueron comunistas, hasta los más reaccionarios que encuentran tonos como “los comunistas comen bebés”. Hay que decir, sin embargo, que esta insistencia en el anticomunismo en toda salsa revela una debilidad de las clases dominantes que nos están dando la ventaja de dar a la propaganda comunista un sabor cada vez más rancio porque la fase histórica del “colapso del comunismo” ya ha quedado atrás y la compulsión a repetir el mismo mantra proviene siempre del miedo a que este “espectro” vuelva a materializarse.
En primer lugar, el miedo a reproducir las contradicciones que la ideología dominante había considerado superadas porque la historia había terminado, el miedo a ver a los países y a las fuerzas que se refieren al comunismo demostrar una solidez y una resistencia en las que no creían y el miedo, finalmente, a perder la hegemonía de las clases subalternas incluso en los países imperialistas donde la crisis económica, social y de civilización está mostrando los límites del orden social actual. La cuestión es que hasta la más mínima expresión subjetiva y antagónica de las contradicciones que están apareciendo en el nuevo siglo corre el riesgo de socavar un equilibrio que se hace cada vez más precario. En cierto modo, el reciente asunto de Trump y los incidentes de Woshington muestran la omnipresencia de esas contradicciones que rompen las estructuras de poder político dentro del capitalismo estadounidense.
Por lo tanto, una evaluación sobre el nacimiento de la PCI sólo puede ser evaluada sobre la base de un juicio histórico y dinámico que también se refiere al presente.
El comunismo no es un estado de ánimo y los comunistas no se encuentran en la naturaleza sino que son el producto de necesidades históricas que nunca son estáticas y que se manifiestan dentro de las diferentes fases de un modo de producción
La revolución bolchevique y el nacimiento del PCI tuvieron lugar en un contexto objetivamente revolucionario en el que una subjetividad “joven” logró desempeñar un papel histórico de superación del capitalismo en algunas partes del mundo y de organización proletaria en otras, a pesar de la retórica de un D’Alema que afirma que el PCI siempre ha sido reformista.
El PCI ha desempeñado muy bien esa función en ese momento histórico que encontró un punto de inflexión con el fin de la Segunda Guerra Mundial, la división del mundo en campos opuestos y una recuperación económica en el Occidente capitalista. Esto modificó la condición y la línea del partido que se expresó en ese contexto y generó las desviaciones que eran posibles en ese contexto. Hay que decir que, en diferentes formas, esto no ocurrió sólo para el PCI, sino que actuó sobre todo el movimiento comunista mundial.
PREGUNTA: Volviendo a la elección de Livorno ’21 hay un lapso de tiempo -sustancialmente los primeros 5 años de vida del Partido, desde su fundación hasta el Congreso de Lyon (1926)- que contiene los términos de una amarga pero trascendental batalla política entre diferentes opciones dentro del recién nacido Partido, que prefigurará la futura identidad de esta formación que pasará inmediatamente por la clandestinidad, el exilio y, tras casi 20 años de régimen fascista, representará el principal punto de apoyo de la Resistencia. ¿Cree usted que las cuestiones planteadas en el momento de aquel choque interno -mutatis mutandis- siguen siendo lecciones teóricas válidas para hoy y, sobre todo, útiles para la reconstrucción/recalificación de una subjetividad comunista organizada moderna?
RESPUESTA: Obviamente no y sí, al mismo tiempo, en el sentido de que hay que hacer un trabajo profundo y específico de análisis teórico, histórico y político para entender lo que sigue siendo válido. En realidad, una lectura no dialéctica, es decir, de verdades absolutas, no funciona porque hay que distinguir el movimiento histórico subyacente de las formas que adopta en la evolución de las sociedades y en la dinámica del capitalismo.
Es decir, los puntos álgidos del pensamiento marxista y comunista, desde el análisis económico, pasando por el análisis de clase, hasta la competencia imperialista, son todos verificables en la realidad actual, lo que cambia es la forma de expresión de estas características básicas que viene dada por los cambios materiales que la sociedad produce en su evolución temporal. Las fuerzas productivas cambian y se enriquecen, las fuerzas sociales cambian su forma y condición en la producción, el peso de los Estados cambia, las visiones culturales y mucho más.
Por lo tanto, no hay una respuesta unívoca a la pregunta, sino que se trata de situarse en un proceso continuo de análisis y elecciones para verificar los análisis producidos, que también requieren una relación y un entrelazamiento con la materialidad de las subjetividades organizadas que se sitúan en la perspectiva de superar el modo de producción actual.
PREGUNTA: Interpretar la historia del Partido Comunista (desde 1921, al “nuevo partido” de Togliatti, al de Longo/Berlinguer/Natta hasta su disolución, en 1991, con el secretariado de Achille Occhetto) como un unicum es un error desde todo punto de vista. Es innegable, sin embargo, que a partir del final de la Segunda Guerra Mundial se inició una trayectoria política que -lenta pero incesantemente- revisó el cuerpo teórico, los actos y la acción del partido hasta la elección de asumir funciones de gobierno a toda costa de forma coherente con la plena identificación con las compatibilidades capitalistas.
En un trabajo teórico de la Rete dei Comunisti “Conciencia y Organización de Clase” en el apartado “Partido y Organización” se propone una “Hipótesis de Esquema” que rechaza tomar partido (muchas décadas después) por una u otra posición del movimiento comunista pero avanza un plan de análisis basado en las fases históricas del MPC, en las transformaciones estructurales de la clase y en la relación entre la composición y la conciencia de clase. Un planteamiento -por tanto- herético e inédito que trata de situar la función de los comunistas hoy en un nivel más avanzado y, posiblemente, más adecuado a los retos de nuestra contemporaneidad. ¿En qué punto se encuentra la reflexión de la Rete dei Comunisti en este frente?
RESPUESTA: No sé si es “herética”, pero la elaboración teórico-política de la Rete dei Comunisti está ciertamente en discontinuidad con la cultura política de los comunistas de nuestro país, ya sea que provengan del PCI o de las otras formaciones, también revolucionarias, que han animado la escena militante. Para entender lo que hay que hacer hoy debemos tener clara no sólo la visión del momento concreto que estamos atravesando, sino también cómo éste es producto de las fases anteriores y también el potencial que éste lleva implícito.
Hemos escrito varios textos sobre este aspecto, situando la condición actual dentro de una dinámica histórica que contempla el desarrollo de las fuerzas productivas, las diferentes fases de crisis, las continuas transformaciones de la composición de clase y la evolución de las contradicciones internacionales en relación a la valorización del capital, y muchos otros aspectos que parecen no tener relación con la acción política directa, pero que en cambio son las causas profundas que no pueden separarse de la acción de las fuerzas comunistas.
Este aspecto ha sido completamente eliminado del pensamiento comunista desde los años 80 y ha sido sustituido por el político y el electoralista que, en esta nueva condición general, han caído inmediatamente sobre las cabezas de quienes los practicaban, llevándolos, y desgraciadamente también trayendo consigo una gloriosa historia, a la insignificancia actual que bien conocemos.
PREGUNTA: Un recuerdo no formal de Livorno ’21 y alejado de cualquier forma de reduccionismo ineficaz es el sentido que intentamos dar a los debates sobre este Centenario.
Más de una vez hemos subrayado que los comunistas, si quieren desempeñar, de verdad, un papel útil a sus razones -históricas e inmediatas-, deben intentar realizar una función de vanguardia en todos los campos de la estructura y la superestructura
En estos años el camino de definición teórica y programática y de construcción organizada de la RdC -basándose en sus propias fuerzas y consciente de sus propios límites- ha estimulado y prometido discusiones y profundizaciones sobre la brecha entre las razones y la fuerza de los comunistas, sobre la nueva fase estratégica del capital, sobre la coyuntura actual de la competencia inter/imperialista, sobre la novedad que representa el continente/China, sobre las características del capitalismo italiano y la dicotomía Norte/Sur y sobre varias otras cuestiones relacionadas con temas de análisis y perspectiva del curso histórico que estamos atravesando. Todo ello sin dejar de aportar nuestra contribución militante en los frentes de lucha política, social y sindical en los que estamos constantemente comprometidos. En definitiva -como es sabido- la RdC aunque no se proclame como el enésimo “partido comunista reconstituido” trata de contribuir con una aportación seria y probada a la batalla comunista en nuestro país y en Europa. ¿Qué quiere añadir a esta premisa -de método y de fondo- en relación con este aniversario que corre el grave riesgo de quedar embotado en una tijera convergente entre narraciones tóxicas y amarcones nostálgicos?
RESPUESTA: La Rete dei Comunisti siempre se ha definido como una organización comunista, y no como un partido, en la medida en que es consciente de sus límites subjetivos como fuerza comunista y de sus límites objetivos como fuerza que actúa dentro de un polo imperialista que es uno de los principales competidores a nivel mundial. Pocas veces nos hemos empeñado en hacer de los aniversarios históricos un punto fundacional de nuestra identidad, aunque nos reconozcamos plenamente en ellos, y hemos preferido proyectar el análisis hacia adelante en las nuevas condiciones que iban surgiendo en Italia, en Europa pero también en el mundo entero.
Los cien años del PCI, en sus evoluciones, no pueden ser valorados el día 21 de enero y luego ser puestos en el olvido analítico. En este sentido creo que la RdC debe aprovechar todo el año 2021 para construir un evento público de carácter teórico y político en el que se aproveche la ocasión del Centenario para hacer una reflexión profunda y organizada sobre lo que ha sido el movimiento comunista del siglo XX, partiendo de la experiencia histórica fundamental del PCI aún en todas sus contradicciones.