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Entrevista a Roberto Montanari (USB Logistica)
El sábado 19 de diciembre se celebró en Roma una concurrida asamblea nacional de delegados de los trabajadores del sector de la logística, en la que se hizo un balance de la situación del sector y de los retos que el sindicato tendrá que afrontar, o más bien ya está afrontando.
Como Rete dei Comunisti entrevistamos a Roberto Montanari, de la USB logística, que inauguró la asamblea.
– RdC: En su discurso de apertura, ha resumido tanto los procesos de transformación de lo que ha llamado acertadamente “un segmento de la cadena de valor”, como la reconfiguración general del sector.
¿Puede enumerar brevemente la reconfiguración general del sector?
– RM: La reestructuración capitalista que ha tenido lugar desde los años ochenta y que aún continúa ha afectado al modo de producción, a los procesos de acumulación y a los de dominación. Hay tres aspectos que rigen la búsqueda del máximo beneficio hoy en día: la fragmentación, la aceleración de los tiempos, el poder en el conflicto y sobre la clase. Las deslocalizaciones productivas, además de permitir la reducción del costo de la mano de obra, yendo a lugares donde hay menos protecciones sindicales, también obtienen el resultado de segmentar a los actores sociales de la producción, dificultando su recomposición y, por lo tanto, su poder conflictivo. A los segmentos de la cadena de valor que permanecen en el seno de los imperios (sustancialmente, la circulación de las mercancías en las distintas fases y su distribución) se les pide que se homologuen sustancialmente a los modelos implantados en las deslocalizaciones a las que se aplican todas las medidas posibles para romper la conciencia y las prácticas antagónicas.
El perverso sistema de licitaciones, la precariedad del mercado laboral, los decretos de Salvini, el caporalato y similares sirven para que el ciclo de rotación del capital sea competitivo, rápido y bien controlado. La legislación sobre contratación externa ya contiene la visión de una estratificación en la que hay trabajadores de la serie A -los empleados por el “cliente” (el verdadero jefe)- que se encargan de la actividad principal y trabajadores de la serie B (empleados de los proveedores de servicios, los “contratistas”) que se encargan de las actividades relacionadas. En ambos casos, se aplican constantemente condiciones contractuales diferentes, siempre a un nivel inferior en el caso de los contratistas (menos prestaciones, menos incentivos, menos beneficios…); si hay la forma jurídica de cooperativa, es seguro que no se pagarán las enfermedades en las cantidades debidas al empresario. De este modo se obtiene una primera forma de ahorro. Pero los contratos son también el cobijo tras el que se puede esconder el cliente, dejando a los prestadores de servicios el trabajo sucio de los salarios en negro, del robo real de las vacaciones, de las indemnizaciones, de los sueldos, del autoritarismo más brutal, así como de la condición de precariedad inherente a los contratos temporales o a los temores relacionados con el cambio de contrato.
En este contexto, la logística de la pandemia afina las estrategias de un nuevo salto para la implantación de la distribución de la entrega a domicilio, hija de la explosión del comercio online, con la innovación de la distribución de alimentos frescos y productos farmacéuticos. Se prevén fuertes inversiones tanto en las estructuras (un 20% más de almacenes construidos este año) como en los equipos: clasificadores -que seleccionan los productos según su destino- y rodillos inteligentes que leen los códigos de barras de los paquetes, vehículos y brazos autopropulsados sin conductor, apps para controlar la manipulación y personas. Costes que se amortizarán con la exigencia de un aumento exponencial de la productividad individual, como en el caso de Amazon, que acuerda con los sindicatos de la concertada aumentar las horas de trabajo de los conductores por el mismo salario. Vamos a ver cosas increibles…
– RDC: La USB se está convirtiendo cada vez más en un sindicato con un amplio abanico de medios de lucha que van, por así decirlo, de la calle al juzgado.
Ha logrado, en un contexto difícil, declinar las formas de conflicto, sorteando incluso las limitaciones que parecían socavar su acción.
Entre las propuestas del sindicato hay algunas que adquieren un significado exquisitamente político y que indican cómo la cuestión de la logística va mucho más allá de las únicas disputas victoriosas que el USB ha llevado a cabo hasta ahora.
Me refiero a la planificación estatal que dará un perfil público a algunas de sus cadenas de suministro estratégicas, o a la propuesta legislativa que se elaborará para la supresión del sistema de contratación
¿Cuáles son las razones que han llevado al sindicato a dar este tipo de “salto” en su propuesta global?
– RM: Las prácticas de lucha han representado un terreno de verdadera co-investigación, análisis y reflexión que han potenciado la creatividad de los trabajadores porque son el resultado de elecciones autónomas de los trabajadores basadas en la conciencia de lo que está en juego en cada conflicto y en el conocimiento de los procesos de producción, de los ganglios a golpear. El cambio de paso tiene que ver con el desplazamiento del baricentro de la fuerza; si antes razonábamos más sobre la eficacia de las aportaciones externas a los almacenes (las guarniciones a las puertas de los compañeros solidarios que venían de otras realidades), ahora nos centramos en las relaciones de fuerza internas: todo un departamento, todo un proceso, todo el almacén que se para.
Son prácticas que sortean o limitan los daños de la represión y que se acompañan de la solidaridad de las cadenas productivas, de las familias, de los compañeros y compañeras del movimiento y se apoyan sinérgicamente en la ofensiva del excelente, realmente excelente, sector jurídico de la USB. Es un conjunto de abogados laboralistas, penalistas, civilistas que están trabajando en un proyecto de ley de contratos que los “atornille” -como dice Carlo Guglielmi- a unas bisagras que los hagan menos convenientes a la patronal en sus designios de ahorrar costes y maximizar la precariedad.
Que quede claro que USB se mantiene firme en el objetivo estratégico de superar el sistema de contratos, pero actúa un “reformismo fuerte” en la lógica de acumulación de fuerzas para ese resultado
La misma lógica “reformista fuerte” que subyace a la idea de la economía planificada, una necesidad que la crisis pandémica ha puesto claramente de manifiesto. Las políticas liberalistas y privatizadoras han sido matadas por el Covid y los países que las han practicado en cambio han tenido resultados absolutamente efectivos para contrarrestar el contagio. Es necesario un renovado compromiso público en la economía para producir bienes de utilidad social de manera sostenible, lo público debe volver a invertir en salud, conocimiento, transporte, servicios (desde la vivienda hasta los derechos de ciudadanía) para salir de los desastres que crean las epidemias, el cambio climático, las crisis ambientales y la bulimia del lucro. En este sentido, el segmento de la logística es fundamental para planificar políticas alejadas de la especulación.
Pensar en la nacionalización de las cadenas logísticas que mueven alimentos y productos farmacéuticos no es un delirio ideológico
Mira lo que está pasando con la distribución de vacunas. Más allá del problema de la propiedad intelectual, está la cuestión de que el control de la manipulación y la distribución es el poder de garantizar la equidad y la universalidad en el acceso a un bien o su contrario: la discriminación por el beneficio.
En el sistema portuario italiano vemos la fragilidad de las políticas liberalistas. Con dinero público se construyen puertos con infraestructuras para grandes buques portacontenedores, como en Trieste, y una vez descargados allí, los ferrocarriles austriacos vienen a llevarlos (por carretera) a su país. El valor añadido que el Estado italiano pone en ese puerto beneficia tanto al sistema público como al privado más allá de los Alpes. Repito, no es ideología, nacionalizar la logística portuaria es invertir bien los recursos del país.
– RDC: Durante las luchas logísticas de los últimos años, ha habido muchos episodios de enfrentamiento, incluso duros. Agresiones contra sindicalistas y trabajadores en huelga, acusaciones y detenciones policiales, teatro judicial. Y muertes. Como Abd Elsalam Ahmed Eldanf, sindicalista de la Usb aplastado por un camión el 16 de septiembre de 2016 durante una guarnición en Gls en Piacenza. Tenía 53 años y cinco hijos.
El sindicato pagó un duro precio en términos represivos en cuanto a las acciones emprendidas: desde el encierro, pasando por las denuncias hasta las repatriaciones forzadas de los trabajadores inmigrantes. En un clima de torsión autoritaria generalizada en la oscura Italia del siglo XXI, ¿cree que la propuesta de amnistía para los delitos políticos y sociales podría contribuir a ampliar los márgenes de acción político-sindical cada vez más estrechos que las élites quieren imponer y a revertir la criminalización del conflicto social que estamos viviendo?
– RM: Estoy absolutamente a favor y en el espíritu de la discusión que llevó a los Padres Constituyentes a promulgar el derecho de huelga. Es cierto que ha sido una solución de mediación entre el pensamiento socialista y el liberal, que ha delegado en las leyes (que aún faltan) y no sólo en la Constitución la regulación del derecho, sino que ha consagrado un principio: los trabajadores en el conflicto con la patronal son la parte débil que hay que defender y de hecho se prevé para ellos el derecho de huelga y no para los empresarios (el cierre patronal está en cambio prohibido). Debemos reconstruir la visión de que quien lucha por sus derechos, por el bien de una comunidad, no comete un delito. Hay que poner a los más débiles en condiciones de competir con iguales medios. Bloqueo una carretera, ocupo una casa, detengo una obra que es devastadora para el medio ambiente porque tú, el propietario, bloqueas mi posibilidad de alimentar a una familia, de tener un techo, de tener aire respirable. ¿Quién comete la peor acción?
– RDC: El proyecto de sindicalismo confederal de la Unione Sindacale di Base está atrayendo cada vez más a partes del sector logístico de la CGIL. Las últimas y más importantes “deserciones” han sido la adhesión a la USB a finales de octubre pasado del Colectivo Autónomo de Trabajadores Portuarios de Génova -experiencia militante histórica del mayor puerto italiano- y la de los trabajadores de logística del Lacio en los meses siguientes.
Está claro que los trabajadores del sector se enfrentan cada vez más a un triple enemigo: la patronal, los contratistas y los sindicatos corruptos
¿Cuáles cree que son las razones que les han llevado no sólo a cortar el “cordón umbilical” con la CGIL sino a pasarse al USB?
– RM: Bueno, hay que decir que en Italia las fuerzas políticas y sociales que han sido el punto de referencia del movimiento obrero y popular han sufrido una monstruosa mutación, peor que en cualquier otro lugar del planeta, y esto ha producido los resultados devastadores que estamos presenciando y que poco a poco se están haciendo evidentes. En la crisis sistémica, el capital tritura los cuerpos y las conciencias para mantenerse a flote, pero acaba cabreando hasta a las hormigas en su pequeña medida.
Y aquí es donde entra en juego el USB, en las dificultades extremas de los tiempos, pero sale.
Creo que el USB se percibe por algunas de sus características:
1. es un sindicato combativo y de clase, se centra en las políticas a favor de los trabajadores y no de la economía de la patronal,
2. es democrático, las decisiones son tomadas por todos los sindicatos,
3. es confederal, une a los que están oprimidos de forma diferente,
4. es competente, pone a disposición de los que luchan diversos conocimientos y experiencias,
5. es honesto, practica el “todo para todos, nada para nosotros”,
6. está dentro de la FSM, es una unión mundial que conecta los diferentes segmentos de la cadena de valor.
– RDC: Las diversas figuras de trabajadores que conforman la cadena logística se han convertido en paradigmáticas respecto a la condición general de los explotados, también por la porción numérica cada vez más relevante que han asumido en la nueva composición de clase.
Constituyen, ni más ni menos, el laboratorio de las formas de explotación del futuro para el conjunto de la clase
¿Cómo pueden entrelazarse concretamente las luchas del sector de la logística con las de otras partes del sindicato, como la Federación de Trabajadores Sociales, o las de los trabajadores del sector agroindustrial?
RM – Hemos visto en parte las líneas de conexión: la lucha contra la precariedad, la superación del sistema de contratos, la intervención pública en la economía, la defensa de la democracia son motivos unificadores, al igual que lo es la “cadena de valor”, que representa un marco en el que se insertan la producción, la circulación y la distribución. En definitiva, la lucha de una enfermera o de un conductor de autobús encuentra en el portero, usuario de esos servicios, un aliado seguro, al igual que el músico precario o el guía de museo tienen en común con el conductor la lucha por un trabajo estable y justamente remunerado. Del mismo modo, las plataformas del recolector de tomates y de la cajera del supermercado deberían juntarse y organizar huelgas el mismo día para ambos.
Pero un ámbito que tenemos que experimentar es el que vincula las condiciones de trabajo en la logística con las ciudades. Para ser claros: las actividades de manipulación tienen un fuerte impacto en los territorios tanto desde el punto de vista urbanístico, con el sellado de millones de metros cuadrados de superficie, como desde el punto de vista medioambiental, con emisiones muy elevadas de partículas y polvo fino. Es necesario construir un pacto que decline el ecologismo en sentido social. Un conductor que tiene que circular más despacio con vehículos pequeños en los centros urbanos es un conductor que tiene menos cargas que entregar, que conduce más despacio, por el mismo salario, y que contamina menos. Es un ejemplo, pero pensemos en ello.
– RDC: La iniciativa que la USB está llevando a cabo en el sector de la logística es tanto el resultado de una intensa actividad organizativa en las filas de los trabajadores como de un análisis preciso al que la organización se ha dedicado junto con el Centro de Estudios de las Transformaciones Económicas y Sociales (CESTES).
Esta imbricación de la acción sindical directa y la investigación parece ser el valor añadido que el sindicato ofrece a sus militantes para comprender un mundo en continua transformación
¿Qué peso tiene la formación en esos “trabajos pesados”, como usted mismo ha definido los retos a los que se enfrentan los delegados y activistas sindicales en esta fase?
– RM: Es una cuestión fundamental la de la formación en un nuevo segmento de clase, que tiene la característica de estar compuesto casi mayoritariamente por proletariado migrante y que ha entrado en un sector en el que no existía un estrato de clase “experto” capaz de dirigir y llevar a cabo la pedagogía política.
Sin embargo, sigo siendo de la opinión de que el verdadero trabajo a realizar es el de la formación de la conciencia de clase, de la conciencia del propio papel histórico
Hay que conocer los contratos, los estatutos de los trabajadores, los decretos sobre seguridad, pero mucho más para encarnar los valores de justicia social e igualdad que son los que te hacen percibir como delegado o activista honesto, serio, generoso.
En este sentido, sigo apegado a un principio fundamental del pensamiento obrerista: la conciencia está determinada por el conflicto, y es en la lucha donde se potencia. En esto sin embargo no hay cursos de formación, hay un problema de subjetividad, este es el gran trabajo que tenemos que hacer en este país, y no sólo para los delegados.