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La Unión Europea se convierte en una potencia militar en perspectiva
Rete dei Comunisti
La aprobación por parte del Consejo de la Unión Europea, el lunes 21 de marzo, del documento sobre la “Brújula Estratégica de Seguridad y Defensa” supone un salto cualitativo en la planificación del edificio político de la UE.
La Unión no sólo aspira ahora a convertirse en un actor global de primer orden, sino que también se está dotando de los instrumentos militares generales para llevar a cabo este plan y de los métodos de financiación pertinentes.
La Brújula Estratégica, en lo que respecta al cambio de ritmo en la capacidad de canalizar los recursos económicos, es bastante clara en este sentido: “gastar más y mejor en defensa”, lo que coincide totalmente con las opciones de aumentar el presupuesto militar ya anunciadas para los respectivos países por, entre otros, el primer ministro alemán y luego el primer ministro francés.
Al leer el documento, se tiene la impresión de que el estado de guerra se convertirá en un elemento decisivo en el sistema económico del continente, y que la I+D se centrará en la gama alta de la tecnología armamentística de doble uso.
La Unión Europea es ante todo funcional a la promoción de los intereses de una oligarquía europea nacida de las fracciones más previsoras de las distintas burguesías nacionales que iniciaron su constitución con el Tratado de Maastricht hace unos treinta años. Este proceso de construcción está al servicio de una burguesía continental consolidada que se está dotando de las herramientas necesarias para afrontar esta fase de competencia estratégica, capaz de proyectar sus propios intereses en abierto contraste con las esferas de influencia que están definiendo otros actores globales.
Se trata de un proyecto que ha demostrado su innegable resistencia y que ha sabido transformar las crisis por las que ha pasado en oportunidades para un relanzamiento, colmando las lagunas que han surgido en su acción hacia un grado cada vez mayor de verticalización de sus procesos de decisión, un proceso más avanzado de integración económica y financiera y un despliegue más articulado de los instrumentos de que dispone, por último el militar.
Las 50 páginas de la Brújula Estratégica certifican, tras dos años de negociaciones entre los Veintisiete, la convergencia sobre una política de defensa europea, que parte de una visión común de los retos que habrá que actualizar continuamente, aprobando una nueva doctrina militar que pretende alcanzar esa autonomía estratégica en una serie de campos relacionados con las necesidades bélicas.
Una autonomía estratégica en una relación complementaria con la OTAN, pero con un peso diferente al desempeñado hasta ahora, capaz de contrarrestar el eje angloamericano en el futuro.
La derrota occidental en Afganistán, sancionada por la audaz huida del país asiático el pasado verano, y la acción militar rusa en Ucrania han hecho que la Unión Europea ya no pueda aplazar la finalización de su formación como polo imperialista.
Citando el documento: “está surgiendo un nuevo panorama estratégico que nos exige actuar con un sentido de urgencia y determinación mucho mayor”. De hecho, el calendario de los distintos objetivos enumerados al final de cada sección de la Brújula Estratégica los sitúa como prioritarios en las opciones vinculantes de la agenda política venidera y da una idea de la aceleración de este proceso ya parcialmente en marcha con la PESCO, es decir, la Cooperación Estructurada Permanente.
Por ello, la UE quiere superar las “deficiencias críticas de capacidad” y las “dependencias estratégicas” que socavan su autonomía, y quiere hacerlo rápidamente con un amplio programa que tiene como horizonte temporal último el año 2030, y pasos intermedios mucho más cercanos.
El documento pone el dedo en la llaga sobre el papel de Rusia, a la que se identifica, por así decirlo, como una especie de amenaza global para la UE, desde Europa del Este hasta África y Oriente Medio, mientras que China es considerada “un socio de cooperación, un competidor económico y un rival sistémico”.
En los próximos años, la Unión Europea se dotará de un perfil militar a la altura de todas sus funciones: desde el desarrollo de una inteligencia compartida que elabore una “visión estratégica común”, dotada de estructuras de mando y control únicas, hasta una industria de defensa de vanguardia, pasando por la cooperación permanente entre las distintas ramas de las Fuerzas Armadas (Armada, Ejército del Aire, Ejército de Tierra) y los campos de guerra relativamente nuevos (Espacio y Ciberespacio) de los distintos países, hasta la creación de una fuerza propia de intervención rápida multinacional e interfuerzas plenamente operativa.
Esta fuerza de 5.000 efectivos, para la que Alemania -en palabras de la ministra de Defensa, Christina Lambrecht- ya se ha puesto a disposición para proporcionar el núcleo duro, comenzará a entrenarse el año que viene y será efectivamente operativa en 2025.
La capacidad de establecer misiones militares se logrará a través de un proceso de toma de decisiones en el que los “Estados miembros dispuestos” harán uso de la “abstención constructiva” de aquellos que no deseen participar sin ser un obstáculo de facto para la ejecución de las misiones. De este modo, los procesos de toma de decisiones no se verán congestionados, con un grupo de Estados líder (Alemania, Francia, Italia y probablemente España) rodeado de otros componentes de “geometría variable”, consolidando así la cooperación bélica.
Sobre todo, la UE se concebirá cada vez más como un actor con una mayor conciencia de sí misma ante el acelerado proceso de desarrollo de las contradicciones estructurales del modelo de desarrollo del que fue autora, y capaz de actuar desde África hasta Asia, pasando por Oriente Medio con un amplio abanico de socios que va desde la Unión Africana hasta la ASEAN, además obviamente de la OTAN y la ONU.
Este bloque continental ya está dotado de un cierto tamaño que lo convierte potencialmente en un actor importante en materia de poder militar, como recordó el Alto Representante para la Política Exterior, Josep Borrel, al margen de la aprobación de la Brújula Estratégica: “Los Veintisiete gastan cada año cuatro veces más que Rusia y una cantidad similar a la de China, pero con mucha menos eficacia. Tenemos que ser más eficientes.
“À la guerre come à la guerre” se ha convertido de nuevo en el lema de una burguesía continental que se ha vuelto a poner el casco y pretende hacer pagar a las clases trabajadoras los costes de esta metamorfosis castrense, a pesar del creciente espectro de la estanflación.
Como Rete dei Comunisti, venimos afirmando desde hace tiempo la necesidad de que nuestro país se libere de la jaula de la Unión Europea y salga de la OTAN, como única posibilidad de emancipación de las clases subalternas y ahora más que nunca como estrategia de salida obligada de una espiral bélica que se alimenta con consecuencias cada vez más graves. En noviembre del año pasado dedicamos un foro de dos días en Bolonia a profundizar en las transformaciones de la UE: “Unión Europea: ¿de polo imperialista a superestado? Los resultados de este trabajo de reflexión se han convertido en un importante número de papel de Contropiano publicado este mes de febrero y que estamos preparando para presentar en varias ciudades italianas, con el fin de continuar un debate que consideramos central y esencial.