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Cambiare Rotta
La catástrofe que ha asolado la región de Las Marcas, causando 11 muertos, desaparecidos y decenas de heridos, es una sentencia más sobre la insostenibilidad para la humanidad y la naturaleza del modelo de desarrollo dominante. No es el primero y, sobre todo, no será el último: desde la sequía hasta los fenómenos meteorológicos cada vez más incontrolables, los efectos del calentamiento global son ya un hecho al que hay que enfrentarse aquí y ahora, partiendo de territorios devastados por décadas de cementificación y especulación constructiva, abandonados a la inestabilidad hidrogeológica donde no llegan las sirenas del beneficio, y asaltados, en cambio, por procesos de urbanización salvaje e irracional que carcomen la naturaleza, devastando el campo en las grandes áreas metropolitanas.
El capitalismo corre por una vía sin salida y no se detiene, sino que acelera hacia el abismo, condenando a toda la humanidad. Es la misma lógica de la hipercompetencia y del beneficio, que nos ha traído hasta aquí, la que hipoteca cualquier salida que no esté fuera de este modo de producción. Lo vemos en el aventurerismo criminal de la clase dirigente europeísta que, en nombre de una guerra que hay que ganar, ha dejado de lado de la noche a la mañana, con la vuelta al carbón y a los regasificadores una transición ecológica que ya se basaba en enormes mistificaciones -sobre todo el recurso masivo a la energía de fisión nuclear- y que sólo se justificaba por la búsqueda de independencia energética de la Unión Europea para equiparse a la competencia multipolar, una competencia que pagan los pueblos de ambos lados de la frontera, entre bombardeos, sanciones y altos costes.
El capitalismo en nuestras latitudes tiene una cara bien definida, la de todo el arco parlamentario -desde Meloni hasta el Partido Democrático (pretendientes rojiverdes incluidos)- que encarna las políticas de la Unión Europea en Italia y que ha asumido de principio a fin las opciones belicistas y ecocidas de los últimos meses, garantizando su continuidad independientemente de quién gane las elecciones. No tenemos ante nosotros interlocutores a los que podamos exigir un cambio, y mucho menos a los que podamos arrancar unas cuantas correcciones insignificantes a la locura de este modelo, cultivando la ilusión de que podrían marcar de alguna manera incluso un tímido cambio de rumbo. Tenemos ante nosotros a los enemigos y responsables de la catástrofe climática que son los primeros en trazar fronteras infranqueables entre la perpetuación del actual modelo de civilización hacia la catástrofe y la posibilidad, en cambio, de un futuro diferente para nuestra generación.
Desde la guerra hasta la explotación y la devastación del medio ambiente, todo se mantiene en el capitalismo y su configuración en casa bajo el mando de la Unión Europea. ¡Nos corresponde tomar nuestro destino en nuestras manos, pasando de la rabia y la denuncia a los hechos, a la puesta en marcha de una hipótesis alternativa fuera y contra su modelo, que a través de la organización sepa sedimentar las fuerzas para irrumpir en la historia cambiando verdaderamente el rumbo!