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en Boletín Internacional Julio 2024
También para la Unione Sindacale di Base (USB), los meses desde principios de año hasta finales de abril estuvieron marcados por numerosos eventos y episodios de conflicto de clase y movilizaciones de solidaridad con Palestina contra la ocupación y el genocidio perpetrados por el gobierno sionista de Netanyahu, en los que las estructuras de la USB participaron junto con el movimiento de apoyo a la resistencia de ese pueblo y contra el gobierno de Meloni, en el que la participación en la manifestación nacional del 1 de junio en Roma representó un fuerte compromiso.
Pero esto fue sólo una parte del compromiso y del trabajo sindical de USB, que se ha visto duramente puesto a prueba por las medidas represivas del gobierno y del poder judicial.
Recordamos las continuas prohibiciones impuestas a nuestras huelgas de transporte, desde el transporte público local a las huelgas ferroviarias, por el ministro de infraestructuras, ese Salvini que se desató para defender el derecho a la movilidad sólo durante las luchas y al que decidimos desobedecer más de una vez.
Por no hablar de las decenas y decenas de denuncias contra nuestros trabajadores y compañeros de logística, así como contra los estibadores de Génova por los bloqueos contra los barcos cargados de armas peligrosas.
Pero lo más chocante de estos meses ha sido el aumento exponencial de las muertes en el trabajo, que en más de una ocasión han adquirido el carácter de auténticas masacres: desde los cinco obreros arrollados por un tren en Brandizzi mientras trabajaban en la línea férrea, a los cinco que murieron el 17 de febrero al derrumbarse una losa en la obra de Esselunga en Florencia, pasando por los siete que murieron el 9 de abril en la central de Enel en Suviana (Emilia), todos ellos empleados de empresas contratistas.
Todos asesinatos cometidos en el altar del beneficio, como denunció USB el 2 de marzo durante una conferencia en Florencia sobre salud y seguridad en el trabajo a la que asistieron numerosos políticos representantes de instituciones locales, abogados laboralistas y Emma Marrazzo, la madre de Luana d’Orazio, una joven trabajadora succionada y destrozada por una urdimbre, la máquina en la que trabajaba y que había sido manipulada para aumentar su velocidad, y donde se debatió el proyecto de ley de iniciativa popular para la introducción del delito de homicidio y lesiones graves en el trabajo en nuestro sistema penal, dado que hoy los empresarios, responsables de las miles de víctimas que pierden la vida en el trabajo cada año, siempre se salen con la suya.
Y aunque al final no conseguimos alcanzar el número de firmas necesarias para presentarla al Parlamento, el 30 de abril fue presentada al Senado por el grupo del Movimiento 5 Estrellas, justo el día antes de la manifestación, el 1 de mayo, en la que los USB marcharon por las calles de Florencia, pasando por delante de la obra donde tuvo lugar la masacre de Esselunga.
El 1 de mayo fue también la fecha indicada por el Federación Sindical Mundial para grandes manifestaciones de solidaridad internacionalista con todos los países y pueblos atacados por el imperialismo, que son señalados como enemigos, estados canallas y puestos en el índice con la consecuencia de fuertes sanciones económicas políticas y financieras por parte de Estados Unidos, por la OTAN a la que siempre se une la Europa Unida en defensa de regímenes descaradamente racistas, segregacionistas y fascistas.
Pero el programa de USB no termina en estas vías, aunque importantes. En el centro de nuestra iniciativa para los próximos meses hay una plataforma compleja que invierte tanto el lado político contra las opciones altamente belicistas del gobierno fascista de Meloni, desde el aumento de los gastos militares con su secuela de recortes a los gastos sociales, a los ataques a los derechos de las mujeres, y a los ingresos sociales, como el lado más directamente relacionado con las condiciones de millones de trabajadores.
Una plataforma lanzada por la gran asamblea de delegados y delegadas celebrada el 16 de mayo en la Biblioteca Nacional de Roma, que en decenas de intervenciones identificaron los principales puntos sobre los que construir el conflicto: fuertes aumentos salariales del salario base para las próximas renovaciones contractuales, que no se detengan en ese ridículo sistema de recuperación de la inflación, el IPCA, que no cubre ni siquiera parcialmente la erosión del poder adquisitivo de los salarios, reducción de la jornada laboral por igualdad salarial, defensa de la salud y la seguridad de los trabajadores en apoyo de la presentación de la ley para la introducción del delito de homicidio y lesiones graves en el lugar de trabajo, fuerte financiación de los servicios públicos empezando por la escuela, la sanidad, hoy reducida a un simulacro de la sanidad que conocimos hace unas décadas, fruto de las políticas de austeridad y recortes impuestas por la Comisión Europea y aplicadas por todos los gobiernos de este país, desde el centro izquierda al centro derecha, desde los gobiernos técnicos al actual.
En esta plataforma se hizo mucho hincapié en la lacra del trabajo precario y mal pagado, favorecido por las nuevas reglas impuestas por Salvini con la extensión de las normas sobre los contratos y el alargamiento de la cadena de subcontratación, en los derechos de los trabajadores migrantes y su explotación masiva en los campos y almacenes logísticos, principalmente en la solicitud de permisos de residencia, la única oportunidad para todos de salir de la clandestinidad, del trabajo ilegal, del trabajo sumergido.
En este sentido, la asamblea discutió la intención de la USB Confederal de lanzar en otoño una campaña contra los contratos en la administración pública para la internalización de servicios y empleados, junto con la denuncia del uso del contrato nacional Multiservicios, el peor, más cercano a los llamados contratos piratas que CGIL-CISL-UIL que lo firman junto con toda la cola de sindicatos autónomos.
En la actualidad, este contrato, símbolo del trabajo mal pagado -junto con el contrato de Vigilancia-, que en su día se aplicaba esencialmente en el sector servicios, especialmente en la limpieza, ha visto ampliado enormemente su ámbito de aplicación: desde las fábricas al comercio, pasando por la logística e incluso en los contratos de la construcción, combinando la máxima explotación con los mínimos costes laborales, teniendo en cuenta que además de los bajos salarios en esos sectores también registramos el máximo número de asesinatos y heridos graves. Ahorrar en costes laborales y en seguridad es, de hecho, el método preferido de la patronal italiana para resistir a la competencia.
Además de todo lo escrito hasta ahora, la reivindicación de un salario mínimo: es una batalla que puede ver unidos tanto a los jóvenes trabajadores precarios como a los trabajadores “aparentemente estables” pero continuamente sometidos a despidos y reestructuraciones que disminuyen el empleo, a medida que avanza la tecnología, y empeoran sus condiciones de trabajo.