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Cambiare Rotta – organizzazione giovanile comunista
Somos jóvenes, estudiantes y trabajadores precarios que salimos a la calle el 3 de diciembre en Roma en respuesta al llamamiento del sindicalismo conflictivo tras la huelga general del 2 de diciembre. Somos la organización juvenil y estudiantil comunista que anima las luchas dentro de las escuelas, universidades y en las calles de nuestras ciudades.
Sentimos la necesidad de promover un momento de confrontación nacional para afirmar un concepto claro: ¡Nadie dentro de este parlamento, sean partidos mayoritarios o minoritarios, representa nuestra rabia y nuestras aspiraciones de cambio, nosotros construimos la alternativa en las luchas!
Casi tres meses después de las elecciones generales del 25 de septiembre, se ha perfilado claramente la nueva configuración político-institucional. Por un lado, el gobierno de derechas, dirigido por Meloni e impulsado por el FdI, que ya ha dado una muestra de lo que serán las herramientas y políticas de gestión de la crisis que nos esperan en los próximos años. Por otra parte, la oposición de fachada del PD y 5 Estrellas, sustancialmente alineada con la mayoría en todas las cuestiones fundamentales, empezando por su lealtad incuestionable al bloque euroatlántico, hipoteca mortalmente cualquier perspectiva de redención y alternativa para los jóvenes, los trabajadores y las clases populares.
El altísimo nivel de abstencionismo en las urnas, que alcanzó el 36% y fue el resultado de treinta años de políticas neoliberales y antipopulares llevadas a cabo transversalmente por gobiernos de todos los colores, ha producido un parlamento que en su totalidad representa la continuidad perfecta de la agenda de Draghi. Es decir, la agenda de 30 años de la UE declinó en la fase actual, hecha suya en este giro por la derecha y por Fratelli d’Italia, ganador de las elecciones y accionista mayoritario del gobierno.
La otra cara de la moneda del abstencionismo ha sido, de hecho, el éxito del único partido del anterior parlamento que -sólo formalmente- se mantuvo en la oposición al séquito que apoya a Draghi y se hizo pasar hasta ayer por una propuesta antisistema, capitalizando el descontento social de los últimos años interceptado por la Lega de Salvini y, sobre todo, por el Movimiento 5 Estrellas, antes de quemar toda credibilidad en los juicios al gobierno.
Sin embargo, ya en la recta final, Meloni se había quitado la máscara de su vocación antisistema, asegurando en todos los escaños y a todos los niveles a todos los súbditos que si Italia se desviaba lo más mínimo de las vías preestablecidas por Bruselas y Washington tenían “las herramientas para intervenir” -como había advertido Von der Leyen-, de ahí la Unión Europea, la OTAN, los grandes grupos financieros y todos esos organismos supranacionales que atan las políticas del país, con el beneplácito de Mattarella y de toda la clase política italiana sentada en el Parlamento.
En un escenario de crisis sin precedentes para el capitalismo occidental, en medio de una economía de guerra, en medio de la inflación, el coste de la vida y los ataques a los salarios, los ingresos y los derechos laborales -en un escenario en el que se ha revelado una crisis sistémica de este modelo que se está descargando totalmente hacia abajo-, nos encontramos gestionando esta crisis con la expresión más reaccionaria y retrógrada de nuestras clases dominantes, desinhibido en el uso de cualquier instrumento para reprimir la disidencia y asegurar la pacificación social, y por esta razón aceptado e integrado plenamente en el establishment, a sabiendas de que en los próximos meses se darán todas las condiciones potenciales para un resurgimiento del conflicto social también en nuestro país.
Con este gobierno -observemos la cuestión de los migrantes- la gestión de la crisis mediante la intensificación de la guerra de clases desde arriba irá acompañada también de una nueva barbarización ya producida por Occidente en su conjunto -donde, por poner sólo un ejemplo, el derecho al aborto está de hecho aún por conquistar-, devolviendo espacio a la falsa oposición de la izquierda, PD y similares, en los temas de “derechos civiles”, esgrimidos ostentosamente, y sólo de palabra, para encabezar las batallas progresistas para encubrir las peores políticas antipopulares que han llevado a cabo en los últimos treinta años tanto y más que la derecha, favoreciendo su total despeje y preparando el terreno para que prolifere el descontento y la intolerancia social.
Es a partir de la indicación inequívoca de los que son nuestros enemigos de clase como estamos llamados a construir la oposición real a este gobierno, una oposición total que debe continuarse y reforzarse en las escuelas, las universidades, los barrios y los lugares de trabajo, que debe llevarse a las calles en una perspectiva de ruptura radical con el modelo fracasado que representa hoy en Italia el gobierno Meloni. Es en este terreno -el mismo en el que incluso en el plano de la representación política, con valentía y coherencia, se miden y crecen las hipótesis de ruptura real con el establishment- donde podemos reavivar el conflicto social e indicar una perspectiva “fuera y contra” el callejón sin salida euroatlántico.
Estamos convencidos de que no somos los únicos que creemos en la urgencia de que las nuevas generaciones unan las diferentes luchas que atraviesan el país de norte a sur, la asamblea nacional del 17 de diciembre en Bolonia quiere ser un primer momento de confrontación y relanzamiento hacia un nuevo año de lucha, organización y proyecto para una alternativa a la miseria del presente.