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Foro Nacional de la Rete dei Comunisti sobre las perspectivas de la UE
Rete dei Comunisti
Sábado 20.11 y domingo 21.11, en el Cine Nosadella, Bolonia
El declive de Estados Unidos, el inicio de la reestructuración de la industria continental y el ejército europeo son las condiciones para un salto cualitativo en el papel internacional de la UE.
En el informe de Von Der Leyen sobre el estado de la Unión, una afirmación perentoria destaca más que ninguna otra, y es la que dice: “Estamos entrando en una nueva era caracterizada por la hipercompetitividad”. Esta afirmación se basa en muchos elementos que ya estaban presentes en años anteriores pero que, en lo que respecta a la UE, ahora tienen una necesidad objetiva de síntesis política, institucional y militar.
Esta necesidad empezó a tomar forma con la pandemia, que puso de manifiesto cómo las relaciones dentro de la UE debían modificarse en el sentido de una mayor centralización decisoria y operativa.
El Fondo de Recuperación es precisamente la materialización de esta necesidad, que afecta sobre todo a la competitividad económica y financiera internacional
Orienta a las empresas europeas, sobre todo a las llamadas “campeonas”, es decir, a las multinacionales continentales, hacia una reestructuración tecnológica y pseudoambiental de alto nivel para estar a la altura de la competencia de China, pero también de Estados Unidos, que ahora se encuentra en evidentes dificultades.
No sólo eso, sino que el tamaño de los bonos europeos integrados con los emitidos por la UE de Nueva Generación dan a la UE la posibilidad de competir con el euro también en términos de monedas de reserva mundial, erosionando, junto con el yuan chino, la posición del dólar, lo que viene ocurriendo desde el final de la Segunda Guerra Mundial con los acuerdos de Bretton Woods.
Pero el principal hecho que está obligando a los eurócratas y a las fuerzas económicas y financieras de la UE a avanzar rápidamente en la integración es la crisis de la hegemonía estadounidense, que ahora es evidente para todo el mundo. La huida de Afganistán, al hacerlo sin “avisar” a sus aliados de la OTAN y, por último, el acuerdo estratégico de Auskus con el Reino Unido y Australia en función antichina, demuestran el fracaso total de la estrategia estadounidense nacida tras el colapso de la URSS.
El abandono del continente asiático, el intento débil y defensivo de reconstituir una alianza “pelágica” sin los países de la UE y la afrenta a Francia por los submarinos vendidos a Australia obligan a la Unión Europea a relanzar su papel, que sólo puede ser estratégico. Ante todo, debe tomar nota de la reducción de Estados Unidos como fuerza mundial unipolar y del inicio de una fase multipolar sin precedentes en la que cada actor estatal está solo en la mencionada hipercompetencia.
La discontinuidad creada por la fase unipolar de la hegemonía estadounidense conduce inevitablemente a la formación de un ejército europeo, que ya está presente en los planes y declaraciones públicas del gobierno de la UE
Tal nivel de competencia global implica para la UE la necesidad de una centralización y recompactación de la toma de decisiones dentro de su propio ámbito comunitario, pero también dirigida a su primera periferia exterior, el Norte de África, África Occidental y Oriente Medio, lo que conduce inmediatamente a la necesidad de una verdadera reestructuración de carácter productivo y social.
En el caso de nuestro país, el paralelismo sólo puede hacerse con la reestructuración industrial de los años ochenta, que pretendía destruir científicamente a la clase obrera que en los años setenta era la vanguardia de las luchas en la sociedad italiana, poniendo en cuestión la redistribución de la riqueza nacional, que hasta entonces había sido totalmente ventajosa para las clases dominantes.
Esta referencia puede darnos una idea de lo que está madurando y de cómo, bajo la retórica del ecologismo, de las energías alternativas y de la modernidad producida por la civilización europea, se avecina un periodo de profunda modificación de la producción, de los servicios públicos y de las condiciones sociales, con lágrimas y sangre por parte de las clases subalternas, empezando por las llamadas clases medias, hoy en clara crisis vertical.
Está igualmente claro que el proceso de centralización generalizada penalizará la democracia en cada país, como está demostrando la toma de decisiones de Draghi, mucho más agresiva y peligrosa que la de Craxi en los años ochenta.
En perspectiva, la reducción del aparato industrial, los despidos, la precariedad laboral, el repliegue de los recursos públicos en beneficio de las empresas y el desgaste de los espacios democráticos residuales serán los rasgos de una larga fase que verá un deterioro global de las sociedades europeas, y ello en un contexto internacional en el que la competencia económica podría desbordar en enfrentamientos políticos y militares con bandos aún imprevisibles.
EFECTOS SOCIALES DE LA REESTRUCTURACIÓN
Como Rete dei Comunisti, desde los años 90 hemos identificado esta tendencia histórica y la hemos descrito como la construcción de un “Polo Imperialista Europeo” en un reparto postsoviético del mundo que vio surgir áreas económicas y monetarias competitivas en torno a los EE.UU., primero con el TLCAN y luego con el intento fallido del ALCA para América Latina, y en torno a Japón, reconociendo en esa tendencia los peligros de una reanudación del conflicto mundial. En aquel momento, dijimos que el deber de los antiimperialistas y los comunistas era luchar contra su propio imperialismo, lo que para nosotros significaba oponerse y romper la UE que se estaba formando.
Mucho ha cambiado desde esa década, con la aparición de China como potencia económica mundial, la multiplicación de fuerzas regionales como Irán, Rusia y Turquía, el fin de las ambiciones imperialistas de Japón y ahora también la crisis hegemónica de Estados Unidos. El único proyecto orgánico que ha salido adelante gracias a las múltiples crisis, que han actuado como motor del proyecto de integración, ha sido la construcción de la Unión Europea. En la actualidad, la Unión Europea está en camino de superar la condición de “Espacio Económico y Financiero/Polo” y convertirse en un superestado imperialista que compite en la escena mundial como las demás potencias.
En esta paradójica discontinuidad y continuidad internacional de la UE, creemos que es imprescindible reconfirmar el objetivo de ruptura de la Unión Europea, la salida de Italia de la UE y de la OTAN, y la construcción de un espacio alternativo que vemos en lo que hemos llamado el Amanecer Euromediterráneo
PROPUESTA POLÍTICA
Somos conscientes de que no es un objetivo en la agenda, pero sabemos que los próximos años, la próxima fase histórica, se caracterizará por un aumento de los conflictos, desde el conflicto de clases dentro de la UE hasta el conflicto internacional, que es ciertamente político si no directamente militar.
Por lo tanto, dar una directriz de marcha, indicando claramente quién es el enemigo, no dejar desarmados política e ideológicamente los conflictos venideros, es un compromiso que debe partir del momento actual de crisis de nuestro adversario de clase, so pena de la afirmación de movimientos reaccionarios de los que siempre nos damos cuenta demasiado tarde, a pesar de que durante años hemos estado gritando lobo, a menudo en la dirección equivocada.